martes, julio 17, 2007

Un poeta en la sombra.


ZELESTE 4

Al nacer me asignaron, como a todos,
un frágil esqueleto muy pequeño.
Le acepté y me cuidé que, año tras año,
creciéramos los dos al mismo tiempo.


Y convivimos juntos. Él procura
no hacerse notar mucho. Es muy modesto.
Yo, que se sienta bien. Le llevo, incluso,
a visitar países extranjeros.


Le hospedo deferente. Hasta le animo
que haga el amor con otros esqueletos.


Esto es lo que le gusta mayormente.
Y después descansar. Hacerse el muerto.
Vigilo que no sufra ningún daño
que le cause privarle de algún hueso.


Me place imaginar que cuando salga
de mi envoltura y quede al descubierto
- representando entonces quien yo he sido-
se sentirá mas cómodo completo.





CARRER DE BAILEN.

¿Por qué lugar saldrá el primer gusano?
¿Asomará su inquieta cabecita
por la nariz, la oreja o el ombligo?
¿O, acaso, entre los párpados abiertos?


Tras él seguirán otros, menos tímidos,
a recorrer la piel, donde amor puso
estremecidos cielos de otras pieles.


Morderán las barreras de los músculos.
Horadarán las capas de la carne,
abriendo su impaciencia los caminos.


Y una inmensa ciudad será el cadáver.
Con seres trabajando sin descanso
para destruir la forma, este volumen
que la gente conoce por mi nombre.





José María Fonollosa (Ciudad del Hombre: Barcelona)

1 comentarios:

A las 9:30 p. m. , Blogger marmotilla ha dicho...

El primero me encanta.

 

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio